LA SIRENITA ARIEL
En el fondo de los océanos había un precioso palacio en el cual vivía el Rey del Mar junto a sus cinco hijas, bellísimas sirenas. La más joven, la Sirenita, además de ser la más hermosa, poseía una voz maravillosa. Cuando cantaba, todos los habitantes del fondo del mar acudían para escucharla. Además de cantar, Sirenita soñaba con salir a la superficie para ver el cielo y conocer el mundo de los hombres, como lo relataban sus hermanas. Pero su padre le decía que solo cuando cumpliera los 15 años tendría su permiso para hacerlo.
Pasados los años, finalmente llegaron el cumpleaños y el regalo tan deseados. Sirenita por fin pudo salir a respirar el aire y ver el cielo, después de oír los consejos de su padre: "Recuerda que el mundo de arriba no es el nuestro, sólo podemos admirarlo. Somos hijos del mar. Sé prudente y no te acerques a los hombres". Y al emergerse del agua Sirenita se quedó de boca abierta. Todo era nuevo para ella. Y todo era hermoso, ¡fascinante! Sirenita era feliz.
Pasados los años, finalmente llegaron el cumpleaños y el regalo tan deseados. Sirenita por fin pudo salir a respirar el aire y ver el cielo, después de oír los consejos de su padre: "Recuerda que el mundo de arriba no es el nuestro, sólo podemos admirarlo. Somos hijos del mar. Sé prudente y no te acerques a los hombres". Y al emergerse del agua Sirenita se quedó de boca abierta. Todo era nuevo para ella. Y todo era hermoso, ¡fascinante! Sirenita era feliz.
Pasados unos minutos, Sirenita pudo observar, con asombro, que un barco se acercaba y paraba. Se puso a escuchar voces. Y pensó en lo cuanto le gustaría hablar con ellos. Pero miró a su larga cola y comprendió que eso era imposible. Continuó mirando al barco. A bordo había una gran fiesta de aniversario. El capitán del barco cumplía veinte años de edad. Sirenita se quedó atónita al ver el joven. Era alto, moreno, de porte real, y sonreía feliz. La sirenita sintió una extraña sensación de alegría y sufrimiento a la vez. Algo que jamás había sentido en su corazón.
La fiesta seguía hasta que repentinamente un viento fuerte agitó las olas, sacudiendo y posteriormente volcando el barco. Sirenita vio como el joven capitán caía al mar. Nadó lo que pudo para socorrerlo, hasta que le tuvo en sus brazos. El joven estaba inconsciente, pero Sirenita nadó lo que pudo para llevarlo hasta tierra. Depositó el cuerpo del joven sobre la arena de la playa y estuvo frotando sus manos intentando despertarlo. Pero un murmullo de voces que se aproximaban la obligaron a refugiarse en el mar.
Desde el mar, vio como el joven recobraba el conocimiento y agradecía, equivocadamente, a una joven dama por haberle salvado la vida. Sirenita volvió a la mansión paterna y les contó toda su experiencia. Después pasó días llorando en su habitación. Se había enamorado del joven capitán pero sentía que jamás podría estar con él.
Días después, Sirenita acudió desesperada a la casa de la Hechicera de los Abismos. Quería deshacerse de su cola de pez a cualquier precio. Y hicieron un trato: Sirenita tendría dos piernas a cambio de regalar su hermosa voz a la hechicera que le advirtió: "Si el hombre que amas se casa con otra, tu cuerpo desaparecerá en el agua como la espuma de una ola". Asintiendo a las condiciones de la hechicera, Sirenita bebió la pócima mágica e inmediatamente perdió el conocimiento. Cuando despertó se encontraba tendida en la arena de la playa, y a su lado estaba el joven capitán que intentaba ayudarla a levantarse. Y le dijo: "te llevaré al castillo y te curaré".
Durante los días siguientes, Sirenita pasó a vestirse como una dama, y acompañaba al príncipe en sus paseos. Era invitada a los bailes de la corte pero como no podía hablar, no podía explicar al príncipe lo que había sucedido en la noche que le salvó.
El príncipe no paraba de pensar en la dama que pensaba haber salvado su vida y Sirenita se daba cuenta de eso. Pero el destino le reservaba otra sorpresa. Un día, avistaron un gran barco que se acercaba al puerto. El barco traía a la desconocida que el príncipe llevaba en el corazón. Corrió entonces a su encuentro. Sirenita sintió un agudo dolor en su corazón. Y sintió que perdería a su príncipe para siempre.
El príncipe enamorado, pidió a la desconocida dama en matrimonio y al cabo de unos días se celebró la boda. Al día siguiente fueron invitados a hacer un gran viaje por mar, acompañados también por la sirenita. Al caer la noche, Sirenita, recordando el acuerdo que había hecho con la hechicera, estaba dispuesta a sacrificar su vida y a desaparecer en el mar, hasta que escuchó la llamada de sus hermanas.
- ¡Sirenita! ¡Sirenita! ¡Somos nosotras, tus hermanas! ¿Ves este puñal? Es un puñal mágico. ¡Tómalo y esta noche, mata al príncipe! Si no haces, podrás volver a ser sirena como antes. Sujetando el puñal, Sirenita se dirigió hacia el camarote de los esposos. Pero cuando vio el príncipe durmiendo, no pudo matarlo. Arrojó el arma al mar y se lanzó a las olas. Pero, como por encanto, una fuerza misteriosa la arrancó del agua y la transportó hacia lo más alto del cielo.
Amanecía, y las nubes se teñían de rosa y la sirenita oyó cuchichear en medio de un sonido de campanillas. Vio seres mágicos y al notar que había recobrado la voz les preguntó: "¿Quiénes son?" Y le contestaron:
- Somos las hadas del viento y estás con nosotras en el cielo. No tenemos alma como los hombres, pero es nuestro deber ayudar a quienes hayan demostrado buena voluntad hacia ellos. Emocionada, Sirenita miró abajo, hacia el mar. Se sentía viva. Y levantando los brazos al cielo lloró por primera vez. De ahora en adelante, se dedicaría a llevar socorros y consuelos a la gente que os necesita. Llevaría una vida mágica, junto al mundo de los espíritus y de los hombres.
FIN
RETAHILAS
LA GALLINA FRANCOLINA
La gallina Francolina
puso un huevo en la cocina.
puso uno, puso dos,
puso tres, puso cuatro,
puso cinco, puso seis,
puso siete, puso ocho,
puso un pan de bizcocho.
La gallina Francolina
puso un huevo en la cocina.
puso uno, puso dos,
puso tres, puso cuatro,
puso cinco, puso seis,
puso siete, puso ocho,
puso un pan de bizcocho.
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Tela, catola,
quila, quilete,
estando la reina
en su gabinete,
vino Gil,
apagó el candil,
candil candilón,
cuéntelas bien
que las veinte son.
quila, quilete,
estando la reina
en su gabinete,
vino Gil,
apagó el candil,
candil candilón,
cuéntelas bien
que las veinte son.
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Canciones Infantiles
POESIAS
Un niño con su madre
Un niño con su madre
no tiene miedo.
Se le cierran los ojos
y entra en el sueño.
no tiene miedo.
Se le cierran los ojos
y entra en el sueño.
Dentro del sueño, el bosque
tiene un sendero.
Y el niño que va solo
no tiene miedo.
tiene un sendero.
Y el niño que va solo
no tiene miedo.
No tiene miedo el niño
dentro del del sueño.
Los brazos de su madre
le están meciendo.
dentro del del sueño.
Los brazos de su madre
le están meciendo.
Luis Felipe Vivanco
Imagenes
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